El fin de año se acerca y como una costumbre casi obligada, llega también el tiempo en el que comenzamos a evaluar si lo que nos propusimos al comienzo de este 2017 finalmente se ha materializado.
Posiblemente te suenen algunos propósitos como: “Bajar de peso”, “Dejar de fumar”, “Pasar más tiempo con mi familia”, “Ir al dentista”, “Leer más libros”, “Inscribirme a clases de Inglés” “Ir a las vacaciones soñadas”, “Comenzar a ahorrar”, Emprender el negocio planeado, etc, etc. etc.
El problema con estos planteamientos es que aunque son dignos de admirarse, al término del presente año muy pocos se habrán consolidado. Y existen quienes curiosamente para el año siguiente volverán a hacer los mismos propósitos que en el año que termina, entrando en una especie de juego mental de comienzo sin fin cuyos logros se quedarán únicamente en el plano aspiracional.
Pero, ¿Por qué regularmente no logramos lo que nos hemos propuesto al principio de año?
Ciertamente el cumplimiento de todo propósito involucra una inversión permanente de tiempo, dinero y esfuerzo en diferentes medidas, elementos que si bien podríamos no tener en abundancia a cada instante, si podríamos aprender a administrar sabiamente para cumplir verdaderamente con aquello que bajo una visión y anhelo personal nos hemos planteado.
Inicialmente, desde mi experiencia como Coach profesional, existen 4 factores que interfieren en que no seamos capaces de alcanzar nuestros propósitos a fin de año y que si los trabajamos adecuadamente, nos encontraremos mucho más aptos para materializar lo deseado.
- No hacer un análisis por escrito de nuestra situación actual y de los propósitos y metas que queremos cumplir para el año venidero. La mayor parte de las ocasiones a la hora de evaluar nuestro año y plantear propósitos, solo lo hacemos a nivel mental y por más prominente que sea una memoria, es solo en el papel donde podemos ser capaces de detallar con exactitud en donde estamos y hacia donde queremos llegar. El realizar este ejercicio de valor donde se establezca la relación ojo, papel, memoria e imaginación nos permite dar orden a nuestros pensamientos y establecer un mapa amplio que nos quedará de evidencia material de todo lo que pasó y de lo que queremos que pase.
- La falta de certeza y especificidad en lo que queremos. Para darle orden y certeza a nuestro objetivo-meta establecido como un propósito para el año venidero, debemos ser capaces de pensar específica y certeramente sobre aquello que queremos. No basta con decir ¡Quiero bajar de peso!, por que bajar de peso puede ir desde 100 gramos hasta 20 kilos. Recordemos que del tamaño de la meta debe ser el esfuerzo y la inversión, por lo que esta claridad dará certeza en el tiempo de que debemos hacer para cumplir el cometido. Lo mismo debe de pasar en hechos como ahorrar, pasar más tiempo con la familia, emprender, construir una casa, en fin con cualquiera que sea nuestro propósito.
- No ponerle fecha al cumplimiento de nuestro propósito. Lo que más interfiere sin duda alguna en que no cumplamos lo prometido es sin duda alguna el factor tiempo. Cuando no ponemos un plazo fatal a las cosas y vamos dejando que sucedan al día, simple y sencillamente no pasarán. Ya que el tener una fecha en consideración nos obliga mental y actitudinalmente a ir administrando nuestros esfuerzos y a tomar decisiones contemplando un sentido de urgencia y puntualidad. El poner un calendario de por medio nos genera autoexigencia y nos obliga a llevar un ritmo especifico de cumplimiento y acción.
- No evaluar permanentemente el trayecto de logro. El último aspecto y posiblemente el que termine haciendo la diferencia entre seguir y claudicar en la búsqueda de nuestros objetivos es la retroalimentación que recibimos al ir evaluando nuestro trayecto de logro. La valoración por ejemplo en el propósito de ahorrar un monto de treinta mil pesos en seis meses, estará determinada por la cantidad que soy capaz de ahorrar al mes. Si al finalizar los primeros treinta días mes me doy cuenta que no he ahorrado lo que en promedio debería ahorrar, que para este caso es de cinco mil pesos mensuales, hará que el próximo mes tome medidas definidas para mantenerme en el camino, bien sea sacrificando algunos gastos como dejar de comprar ropa, salir al cine etc. Lo importante de esta información es que me permitirá tener el control de tomar medidas correctivas a lo largo del proceso que culminará con los sesenta mil pesos propuestos en 6 meses.
Conclusivamente, estos planteamientos para la búsqueda de materializar para el año venidero nuestro propósitos verdaderamente podríamos resumirlos en 4 preguntas
¿Cuál es el gran logro que quiero lograr este año?
¿Por qué es importante para mí?
¿En qué fecha quiero cumplirlo?
Y finalmente ¿Cómo voy a evaluar mi evolución en este proceso de logro?
Posiblemente esto suene sumamente mecánico, sin embargo la experiencia en diversas áreas del Coaching, nos muestra evidencias claras que cuando alguien tiene una visión clara, define la importancia de ese objetivo en su vida , le pone fecha a su meta definiendo una estrategia para llegar a ello y además, se retroalimenta sobre el camino con elementos perfectamente medibles y evaluables, es capaz de aproximarse más rápidamente y con mejores perspectivas de logro, que cuando únicamente se hace el típico propósito de pensamiento y palabra.
Así es que manos y papel a la obra que al año todavía le queda lo suficiente para evaluarnos y construir verdaderos y alcanzables propósitos.
Y tú ¿Ya tienes tus propósitos? ¿Has definido ya una estrategia para conseguirlos? ¿Consideras que el factor tiempo es determinante para lograrlos?
Escríbeme, como siempre me dará mucho gusto el poder compartir contigo.
Victor G. López. Neurospeaker/Emprendedor/Divulgador. Director General de Neurotalent Mx.